sábado, 30 de mayo de 2015

Como leer un cuento con y a nuestr@s hij@s

Papá Dani con nuestra pequeña Serena

 Por pasión y por trabajo a menudo me encuentro a hablar sobre cuentos, literatura y lectura infantil, y noto como por parte de madres, padres y educadoras hay una notable preocupación por su capacidad de influir en niñ@s y jóvenes de modo que se interesen en libros, álbumes o cualquier otro texto. Hay un deseo no dicho, pero tremendamente evidente, que pide a gritos ser realizado: que l@s niñ@s elijan la lectura frente a otras actividades consideradas menos positiva para el desarrollo emocional y cognitivo (pensemos por ejemplo al "mundo pantalla")
No niego que yo misma disfruto cuando veo a mis hijas ojear páginas, detenerse en las ilustraciones, leer para si mismas, o leer en voz alta.
Pero, si me pregunto de donde viene ese disfrute, pues tendré que darme cuenta de que lo que me hace feliz en esos momentos es su entusiasmo. La lectura –como cualquier otra actividad-  es positiva y favorece el desarrollo cognitivo y emocional de quien la practica solo si es placentera. Según Judy Willis, neurocientífica e investigadora de la relación entre educación y neurociencia, son las emociones las que conducen a la memoria y al aprendizaje.
Es el placer, entonces, la clave que tenemos que tener bien presente cuando acercamos la experiencia de la lectura a nuestros hijos.
Y desde  la primerísima infancia. Imaginemos un bebé.
Un bebé de 3 o 4 meses, que aun no se mantiene sentado, pero que ya tiene un altísimo interés en conocer el mundo que lo rodea. En su exploración contínua se encuentra con un libro. No sabe que es, para que sirve y probará a hacer con él todo lo que se le ocurra. Tocarlo, cogerlo, tirarlo, chuparlo, romperlo… Sus repetidas experimentaciones con ese misterioso objeto le permitirán ir definiendo en su imaginario el concepto del libro. Si las experiencias que vive el niño asociadas al objeto libro le proporcionan placer, tendrá grabada en su memoria esta gran asociación “Libro > placer”, premisa de base para el nacimiento de un amante de la literatura.
mi amiga Ale con Serena
Sin embargo, la experiencia del placer de la lectura no pasa exclusivamente por el objeto libro. El vehículo de placer más grande para el bebé y por el niño es el momento emotivo-relacional que se asocia a la lectura.
La voz pausada de la madre que lee, el calor de su abrazo, la mirada de complicidad, y su sonrisa son los cimientos de la mejor animación a la lectura posible.
Pensemos en el momento de antes de ir a dormir. ¿Por qué nos gusta a tantas personas leer en la cama, antes de cerrar los ojos y entrar en el mundo de los sueños? El momento  dedicado al mundo imaginario del cuento prepara a l@s más pequeñ@s a ese pasaje entre la vigilia y el sueño, l@s prepara gracias al amor y a la cercanía física y emocional que las madres y los padres l@s entregamos. Infundimos seguridad a la hora de lanzarse al abismo del universo onírico, desconocido e incognoscible.
El amor es, entonces, el ingrediente principal que no puede faltar a la hora de compartir lectura con nuestr@s pequeñ@s. Pero no es el único. Es tarea de madres, padres y educadoras ofrecer libros adecuados a cada etapa de nuestros lectores: libros de tela, libros que tengan imágenes llamativas, libros que cuenten historias sobre personajes que interesan a nuestros hijos, que traten temas que en ese momento llaman su atención.
Y por supuesto, el último pero no menos importante ingrediente: las ganas de estar a gustito junt@s!!!!

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