Querid@s lector@s resptuos@s,
la reseña de hoy no viene escrita por mi sino por mi compañera de La Cuentería Respetuosa, Esther.
Y es que el libro del que quería hablaros es uno de los favoritos de Esther, y nos ha parecido buena idea de que fuera ella quien os lo presentara y quien os diera su propia visión sobre este álbum tan famoso y tan amado (y así yo, de paso, descanso un poco, jijiji!!) ¡Allá va!
Donde viven los monstruosAutor: Maurice Sendak
Editorial: Alfaguara Infantil
+4 años
Como muchos sabréis “Donde viven los monstruos” es la obra más conocida del genial Maurice Sendak.
Así que, antes de meterme en faena con esta mi primera reseña, voy a “googlear” el título… 286.000 resultados, WUAU!!!
Se editó por primera vez en 1963, y sigue reeditándose una y otra vez pues parece que el tiempo no pasa por él, siendo aún hoy un álbum de máxima actualidad. Es lo que tienen ciertas historias, que pueden en una primera lectura parecer sencillas, pero que en realidad encierran una riqueza espectacular de matices que, muchas veces, solo los niños son capaces de percibir, aunque no sea de manera muy “consciente”.
Es así como quiero ver este
libro, como lo puede ver un niño: y entonces la pregunta es ¿por qué les gusta
tanto? Yo creo que la clave
está en que es la historia de un cabreo monumental. Y hay muy pocos
libros donde se muestre eso, que un niño se enfada, que puede enfurecerse,
tenga o no razón. Ahora me viene a la mente el título “Fernando furioso”, uno
de los pocos cuentos que conozco sobre este tema y que también muestran sin
tapujos el enfado de un niño, enfado tan brutal que termina por destruir el
mundo.
Volviendo a los monstruos, Maurice
Sendak es capaz de realizar magistralmente algo para mi muy muy difícil, y es mostrar sin juzgar.
La historia narra cómo un día Max, el protagonista del cuento, se puso su traje
de lobo y comenzó a hacer travesuras, pero no etiqueta al niño, no lo
estigmatiza con la palabra “travieso”, lo cual hace que los niños y niñas se
sientan más identificados con el protagonista, pues todos en algún momento hemos
hecho travesuras y no por eso nos ha gustado que nos etiqueten de por vida.
Max es un niño valiente y
empoderado; por eso resulta tan atractivo. Valiente hasta el punto de ser capaz
de responder a su madre, quien en un momento de tensión fuerte de la historia lo
llama “¡monstruo!”, y él responde proyectando esa misma energía, “¡Te comeré!,
ante lo cual la mamá lo manda a la cama
sin cenar. Aunque sea su madre y no emplee insultos, es suficiente la energía e
intención de sus palabras para herir profundamente a Max, y es admirable que el
pequeño sea capaz de defenderse. Este es otro punto que no suele tratarse en
los cuentos y que creo que hace que a los niños y las niñas les guste tanto.
Luego la historia trascurre en la
habitación de Max, y es algo así como un viaje onírico. Su habitación se
convierte en un gran bosque, con lianas y un lago con una barca que tiene su
nombre y lo lleva al país donde viven los monstruos. En él, Max se convierte en
el Rey de todos los monstruos y decide a su antojo sobre estos seres. Los
monstruos de Max no son espeluznantes, más bien son grandes, fuertes, pero de
expresión afable. Este es otro punto genial de la historia ya que interpreto los
monstruos como una representación simbólica del adulto.
Grande, con poder absoluto. Es
tanto el poder de los adultos frente a los niños que, como dicen los monstruos
al final, podrían hasta comérselo:
“¡Por favor no te
vayas -Te comeremos- Te queremos tanto!”
Por eso Max, a través de sus
sueños consigue liberarse de ese poder, convirtiéndose en el rey, dejando salir
su lado más salvaje tantas veces reprimido.
Y llegamos al final, donde Max,
que ya ha liberado toda esa rabia y ha podido saborear el poder absoluto que
como niño se le niega, está cansado y necesita regresar a un lugar donde lo
quieran más que a nadie. Y regresa como se fue, pero tranquilo, liberado… y en
casa, en su habitación, le espera un plato de sopa caliente; ¿una muestra de
arrepentimiento de la madre que quizá se excedió prejuzgando a Max?; yo creo
que si.
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